martes, 18 de septiembre de 2012

Celta Queen


Oculto tras un gran árbol cercano al sitio de adoración, tras largas horas de seguir el ínfimo rastro, horrorizado y fascinado a la vez; el viejo Druida observaba los elegantes movimientos de la voluptuosa criatura que trepaba por las antiguas ruinas. la lechosa piel de la hembra desnuda aceptaba como ofrenda la magra luz de luna en esa noche sangrienta. La melena negra con rocío carmesí, mirada febril, enloquecida, ni humana ni animal,menos que estos y superior a la vez, toda su presencia exige vasallaje, exige adoración.
-¡No!-piensa Sucellós el druida- ¡soy un Pheryllt, sacerdote de Phron y guardián de su templo, no temo ante esta abominación!- de entre sus toscas ropas saca un cuchillo ritual, ajusta su obscura capa y avanza cautelosamente a través de los altos pastos coronados de humedad.
El ser trepa hasta la cima del megalito,se yergue en todo su esplendor;  sus opulentas formas femeninas bañadas en sangre fresca, la boca entreabierta muestra dos largos colmillos, adopta una pose como la de una rata al acecho, se rasca y lame con calma, con sensuales movimientos de respiración que hipnotizan,  los semicerrados ojos se abren de pronto con un brillo demencial, una sobrenaturalmente larga lengua otea el aire en todas direcciones, la criatura emite una risa como de niña y salta hacia el siguiente megalito, el mas grande.
Sucellós ve con creciente furia, a la hembra defecar humedamente sobre el altar consagrado a la madre tierra -¡profanación!- murmura entre dientes.
No lo soporta mas y corre hacia las ruinas profiriendo gritos y amenazas, la negra barba salpicada de saliva, el cuchillo lanzando fugaces relámpagos de origen lunar. La criatura ríe como una anciana y con un rugido desaparece en un impresionante salto, el Druida la pierde de vista y se detiene, observa con mirada penetrante las ruinas sin dejar de lanzar insultos; -¡sal de tu escondite morrigú blasfema! ¡Póg mo thóin! ¡acabare con tu obscuridad!-
Una gélida  respiración en su nuca y un hedor insoportable lo petrifican; comprende que el ser esta detrás de el y en ese largo segundo de duda pierde su oportunidad, si es que la tuvo. De pie, con las mandíbulas desmesuradamente abiertas la criatura lo muerde brutalmente abarcando todo el cuello y doblándolo como si de una ramita se tratara, Sucellós emite un ronco gemido, sus brazos cuelgan inertes y suelta el cuchillo mansamente, los colmillos de ella se incrustan profundamente en la carne pero no siente ningún dolor, solo la tremenda succión que ejercen al extraer su sangre. con la mirada borrosa y casi sin poder respirar observa de reojo a su atacante; lo que puede distinguir del diabólico rostro es una expresión de malsano placer que al mismo tiempo le recuerda a un infante alimentándose de su madre, se le nubla la visión.
Comienza a percibir cada vez mas nitidamente, ambientes, sensaciones, lugares y personas. entre brumas distingue a un veterano centurión romano violando a una joven celta, una sombra  los tapa, ambos son despedazados en pocos segundos. luego, hacia atrás en el tiempo, una embarcación saliendo de una hermosa playa con varios esclavos nubios es atacada por la criatura que se alimenta con su sangre, inmediatamente después logra ver claramente un enorme bosque cubierto de nieve y un poblado que se asienta en lo profundo, este sirve de madriguera para que el ser pase el invierno cómodamente, nadie sobrevive. Decenas, luego cientos y finalmente miles de recuerdos así, pasan por su sedada  conciencia hasta que tal pareciera que son suyos, que ha vivido miles de años a la sombra y en la sombra de los humanos.
súbitamente abre los ojos y se ve a si mismo como si fuera la criatura que lo esta matando, esta tirado sobre reseca tierra llena de filosas piedras y un viento brutal lo tortura rasgando su piel, un potente resplandor la ciega,cubriendo sus lastimados ojos levanta la cara y lo ve;  una figura de luz, alada;  la mano izquierda extendida a la altura de los hombros y la derecha completamente levantada sobre su cabeza, señalando.
-¿que señala?- se pregunta la mínima conciencia que queda de Sucellós y que siente una intima satisfacción al saber que la criatura también siente terror, con gran esfuerzo mira hacia donde señala el ser de luz y se maravilla ante lo que observa: una enorme espada que refulge con el brillo del sol de mediodía, la criatura lanza un estremecedor chillido al distinguirla, sus ojos sangran y lo ultimo que ve es que detrás del ser de luz hay un vasto y bellísimo jardín cubierto de arboles en los que vuelan centenares de coloridas aves. la luz y el dolor aumentan hasta borrarlo todo.
Despierta trabajosamente ¿horas, días después?, la criatura esta en un lugar desértico, el hambre la atormenta, su piel esta ennegrecida y su antaño sedoso cabello esta quemado hasta la raiz, se encuentra desnuda y su dolor por el paraíso perdido es infinito. una afilada piedra se estrella contra su rodilla, ruge de dolor, observa de donde fue lanzada y mira a un grupo de humanos primitivos que corren en su dirección con toda la intención de matarla, una tremenda furia se apodera de ella y pese a su dolor se levanta, nota los enormes colmillos que ahora posee y entiende por intuición que ahora es una cazadora, que si alguien la maldijo, en oposición, alguien mas la acepto como hija. los cavernícolas son despedazados fácil y cruelmente, para su sorpresa no es la carne lo que la sacia sino la sangre, cálida,  espesa, llena de un amor por la vida que no posee mas.
Sucellós se sorprende asi mismo llorando en el lejano futuro donde esta siendo asesinado, observa como la criatura se convierte por siglos en el terror de los primitivos, los tiene al borde de la extinción cuando un valeroso humano decide enfrentarla;  acaba de descubrir como hacer fuego y lo utiliza para defender a su especie de ese engendro que los mata como ganado, varios mas se le unen y logran asustarla lo suficiente como para condenarla a vivir solo de noche, cuando la oscuridad es su aliada.
la vida de Sucellós se extingue, entre estertores alcanza a vislumbrar brevemente, pirámides, costas, bosques, guerras y por todos lados el rastro de muerte que ella deja, hasta llegar al momento actual, donde mata a un joven druida y Sucellós comienza a seguir su rastro. Al parecer la criatura no se da cuenta de esta especie de ensueño que le provoca a sus victimas, es el modo que su naturaleza maligna tiene para reducir las defensas de sus victimas.
Sucellós observa al ser, su fisonomía ha cambiado completamente, ahora parece una joven druida, hermosa, fresca, inocente, la cazadora perfecta, un instante antes de morir, con el conocimiento extraído de ella, pronuncia su nombre, el olvidado, el que fue maldecido hace milenios y que estará oculto hasta que la humanidad entienda que el conocimiento es lo único que puede derrotar a la oscuridad. -Lilhyth-

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