viernes, 23 de noviembre de 2012

Est3b@nn 2

Est3b@nn continuo arrastrándose bajo las ruinas del edificio que su detector le había indicado, el calor no menguaba y la total obscuridad lo envolvía pero se había colocado los antiguos lentes que le permitían ver con su espectral luz verde, eran un premio y a la vez una gran responsabilidad esos lentes, funcionaban con un compuesto químico y no necesitaban energía. Sin quererlo, los recuerdos se filtraron en la mente de Est3b@nn mientras descendía por un tramo de escaleras semi obstruido, los lentes se los había ganado cuando fue el primero del que se tenia memoria, que había regresado con cinco sarcofax vivo. Su abuelo, llamado 3smarfon y perteneciente a la casta de los wikis -los-que-saben-mucho- se los dio en una sencilla ceremonia llevada a cabo en La choza grande, lugar que hacia las veces de casa del jefe de la guettolonia y de casa del jefe de los wikis. La guettolonia se encontraba ubicada en una árida zona plana, junto a una pequeña laguna que era la principal fuente de alimentos de los habitantes, de ahí salían pescado, aves y algunas legumbres, la aridez alrededor era artificial provocada por los mismos habitantes de la guettolonia. Hace muchos años los residentes originales del poblado habían talado los bosques y quemado la tierra con productos químicos formando un irregular circulo de aproximadamente kilómetro y medio de radio. Esta medida se tomo para evitar la proliferación de la flora y con ella de las malignas algas de vivos colores, servia también para detectar cualquier otro ser que quisiera acercarse demasiado, esto ultimo no ocurría a menudo, los simbios raramente salían de la enorme ruinopolis ubicada a dos días de camino. La choza grande no se diferenciaba en casi nada de las otras chozas excepto por el tamaño: techo de loza en forma piramidal, ventanas amplias para combatir el eterno calor y por todos lados representaciones de fe en los dioses, en los mensajeros y sobre todo en los recuperadores.
Con el cristal firmemente enrollado a su muñeca derecha se introdujo por cada vez mas estrechos pasadizos en las ruinas y aparto algunos escombros con grandes esfuerzos en el reducido espacio, el espeso polvo que se levantaba lo hacia toser a menudo y un vidrio le rasgo el pantalón a la altura de la rodilla izquierda pero por fin, nuevamente, el cristal cambio su mortecina luz roja por un alegre verde, lo cual indicaba que su objetivo estaba ya muy cercano, literalmente al alcance de la mano. Salio por lo que alguna vez había sido una puerta y que ahora estaba parcialmente obstruida por un enorme estante de metal, se levanto y comprobó que, por lo demás la habitación se encontraba en buenas condiciones. Guardo los sagrados lentes, cerro los ojos y con movimientos seguros encendió una vela de cebo de rata, las tinieblas se disiparon, abrió los ojos unos momentos después y contemplo a su alrededor; el piso, de anchas losetas azules estaba cubierto con una gruesa capa de polvo y restos diversos, las paredes y el techo estaban pintadas en un opaco color blanco, casi no se sentía calor lo cual agradeció. Por todos lados muebles metálicos revelaban el estilo funcional que sabia era una buena señal. Un movimiento a su derecha lo tenso automáticamente, un espejo le devolvía la mirada; el largo cabello tejido en forma de mascara le impide ver su propio rostro, delgaducho y alargado, con los ojos hundidos y la quijada cuadrada.
Oriento el cristal y siguió la dirección apuntada, aparto algunos muebles mas y encontró una puerta de metal empotrada en la pared con una pequeña perilla redonda del lado derecho, sonrió sabia que en esas pequeñas cajas de metal los antiguos acostumbraban guardar objetos importantes, y con justa razón. La muerte les había alcanzado sin siquiera darse cuenta, no obstante, sus precauciones rendían fruto, sus descendientes ahora buscaban estas cajas donde a veces aparecían los valiosisimos sarcofax. Est3b@nn saco un diminuto cuadro plateado de su morral y lo coloco en la puerta de la caja a la izquierda de la perilla, este era un momento peligroso, al contacto con el oxigeno el cuadro plateado brillaba, desintegrándose y deshaciendo el metal de la puerta en pocos minutos, era un proceso un poco ruidoso, generaba humo y un olor característico pero Est3b@nn confiaba que estaba muy bajo tierra como para ser detectado.
Los goznes y el mecanismo de la cerradura se deshicieron, ato un trozo de alambre que había en un mueble a uno de los bordes y jalo con fuerza, la puerta se desprendió y con un golpe sordo cayo sobre un polvoriento sofá que había colocado previamente ahí, dejo que se dispersara poco a poco el humo y alumbro el interior con su vela; un rectángulo negro, de bordes redondeados, de 50 centímetros de largo por treinta de ancho y diez de alto apareció en el interior de la caja. Se llevo las manos firmemente entrelazadas a la frente y agradeció a los dioses por tan importante hallazgo; un sarcofax negro, una rareza entre las rarezas. Murmurando alegres cantos de alabanza, saco una hoja de papel de su morral, el no tenia forma de saber que solo era la pagina de un antiguo libro de matemáticas pero los símbolos que contenía parecían poderosos y seguramente los dioses recibirían su ofrenda con gusto.
Saco de su morral una pequeña bolsa de una fibra vegetal muy fuerte y con mucho cuidado envolvió el sarcofax con ella. Inspecciono con mas cuidado la caja de metal en la pared y encontró lo habitual; bolsitas con piedras preciosas, bloques de lo que su abuelo llamaba dinero, una enorme arma de fuego, documentos y llaves. Envolvió el arma y las llaves con trozos de tela y metió todo en su morral excepto el dinero, escucho un pequeño ruido, como el deslizar de piedras y tierra. Rápidamente humedeció sus dedos y apago la vela, la obscuridad absorbió todo nuevamente. Sin hacer el mas mínimo ruido termino de sujetar las dos bolsas a su espalda y se coloco los sagrados lentes sobre la frente, oyó otro deslizamiento esta vez mas cerca, pese a que la habitación estaba fresca comenzó a sudar, alguien o algo se acercaba a el.

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